CAPÍTULO SÉPTIMO
LA FIESTA DEL ELEGIDO
Phil se quedó un momento más inclinado sobre el tótem. Después,
se incorporó y observó a la trupe, todavía envuelto en los vapores de su
extraña hipnosis; luego, abrió los ojos, y se palpó todos los rincones de su
diminuto cuerpo. Por unos instantes, no supo dónde estaba ni quién era.
-Hermanos, démonos prisa en regresar al
poblado. Hemos de celebrar la fiesta. ¿Recordáis?- preguntó.
- ¿Qué fiesta?-preguntó Ómicron.
- No sé de qué me hablas- respondió
Beta.
- Jamás oí hablar de fiesta alguna-
dijo Ípsilon.
- ¡Alcornoques! ¿Qué fiesta va a ser?
¡La Fiesta en honor del Elegido!
Y, dirigiéndose hacia Esidor, inclinó
la rodilla en tierra y le dijo:
- Disculpad a los mentecatos que el
Espíritu del Aire me dio por hermanos, excelencia. Venid con nosotros al
poblado de los gnomos del Bosque Olvidado. Hemos de celebrar una fiesta en
vuestro honor.
Los cuatro gnomos comenzaron a danzar
una extraña jerigonza. Sus saltos y evoluciones levantaban la hojarasca y el
viento la juntaba en pequeños remolinos. Al fondo, el sendero amarillo se
abría, invitando al grupo a iniciar la marcha. Esidor llevaba a los gnomitos en
sus hombros, dos en cada lado; ello no les impedía seguir bailando y saltando
agarrados a las orejas del marinero. La caminata no duró mucho, porque las
largas piernas de nuestro héroe avanzaban en grandes zancadas, deseoso como
estaba de librarse de los tirones y golpecitos que le propinaban sus compañeros
de aventuras.
Al final del camino se distinguía, en
lontananza, una hilera de luminarias. El tamaño del pueblo no era mayor que el
de una caja de herramientas, así que los gnomos tuvieron que emplear toda su
magia para encoger a Esidor y dotarlo de unas dimensiones razonables. Esto
hecho, Phil tomó la palabra e hizo las presentaciones pertinentes. Todos los
gnomos del poblado brindaron, bailaron y contaron chanzas. Después, Phileas, el
gnomo jefe y padre, a su vez, de todos los otros gnomos, desenvainó una espada
corta que le colgaba del cinto y nombró caballero del reino a Esidor.
- Hasta siempre, hijo mío- le dijo a
Phil, dándole un beso en la frente.
CAPÍTULO OCTAVO
ADIÓS
Phil miró atrás y vio cómo su padre y
sus hermanos agitaban sus pequeños pañuelos en señal de despedida. No quería
que le vieran llorar, pues era un joven valiente, y siempre había dado grandes
muestras de arrojo; ahora que era llegado el gran momento, no podía defraudar a
la fraternidad de gnomos, sus hermanos, ni decepcionar a Phileas, su padre.
Sabía que la vida de una princesa estaba en juego. No era momento para
debilidades.
Sólo llevaba un zurrón con un poco de
queso y un racimo de uvas pardas. Quiso compartir su contenido con Esidor, pero
éste dijo que había comido suficiente
para tres días durante la fiesta. “¿De dónde crees que sacamos los
gnomos nuestra fuerza?”, le dijo a Esidor.
Era ya noche cerrada y merodeaban
perdidos, buscando alguna señal del Olmo Milenario. Pero ni el olmo ni la
puerta se veían por parte alguna; parecía que el bosque los hubiera engullido a
ambos.
- Es imposible- dijo Esidor, un poco
para sí mismo. –La Puerta Crisoelefantina se ha cerrado para siempre, y Miranda
morirá sin remedio.
- No temas- respondió Phil.
Y, apoyando una de sus manecillas en
una raíz aérea, clamó:
-¡Olmo Milenario, que contienes la
Puerta hacia el reino de los humanos, te convoco! ¡Si para siempre te cerraste,
yo por mi vida he de abrirte!
Esidor comprendió, demasiado tarde.
Ahogó un sollozo mientras miraba, impotente, cómo Phil empujaba la tierra
rojiza con sus manos, y al instante su piel, sus venas, su sangre, se fundían
con las raíces del olmo hundidas en el suelo. Pronto el viejo árbol volvió a brotar,
y con él la puerta. El gnomo Phil se había transformado en savia, en corteza,
en ramas, en hojas, en frutos.
Esidor musitó, a través de las
lágrimas:
- Nunca te olvidaré, amigo.
Y, enjugándose los ojos, se dispuso a
cruzar la puerta en dirección al reino de los humanos. Ya sólo podía pensar en
ella, y este pensamiento le confortaba en su tristeza.
Me he leído los seis capítulos que me quedaban del tirón. Buenísimo. ¿Esto por qué no es un bestseller? ¿Aún quedan más capítulos? Espero que sí porque estoy enganchada.
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