sábado, 27 de agosto de 2011

ORACIÓN POR LOGOS


 Un artículo de Paqui Castillo Martín
Quienes no ven en el noble arte de Guttemberg más que un rentable negocio dicen que el alfabeto nació no para agradar a los dioses, sino para marcar con sello indeleble la facturación administrativa de las transacciones comerciales. También dicen que las palabras son sólo palabras, que la cultura no es conditio sine qua non para el desarrollo de los pueblos. A lo largo de dos centurias, los que así hablan y hablan se han empeñado en oscurecer el esfuerzo de un reducido grupo de activistas que a través del ejercicio del periodismo responsable e independiente ha denunciado todo tipo de prácticas de dudosa legalidad poniendo, si era necesario, la vida en el tablero. El conocimiento humanístico ha subsistido alterado por el serio peligro de una opresión política o económica que ha querido poner precio al valor incalculable del pensamiento autónomo. Estos Fígaros modélicos han sido y son el contrapeso irrenunciable, el órgano agitador de la sociedad, el brazo desfacedor de tanto entuerto prevaricador y rocambolesco.
Nosotros, como ellos, también queremos ser plumas al viento. No tenemos necesidad de vender nuestro trabajo, ni de enajenar nuestra alma a cambio de una pequeña dosis de arsénico, principal componente químico de la fama efímera. El sendero es angosto, sus márgenes están embarrados, acá y allá los fariseos que utilizan a logos como  letra de cambio nos arrojarán piedras. Pero, al final, llegaremos al templo de la sabiduría incólumnes y cansados a evangelizar desde sus columnas y sus púlpitos con la palabra desnuda que, como maná mojado en esperanza, saciará a quienes tienen hambre de justicia.
Nos hemos levantado del suelo con las fuerzas prestadas por aquellos hombres y mujeres que mordieron el polvo en busca de una tierra de promisión para sus hijos. Humildemente hemos tratado de seguir sus pasos en estas páginas con la clara conciencia de que caminamos sobre huellas de gigante. Ponemos en la palestra el mal que infesta las sucias cloacas de la Iberia sumergida, con el íntimo deseo de abrir una rendija que purifique el aire viciado de las miasmas de la corruptela y el apoltronamiento de cierta parte – una muy pequeña, pero muy ruidosa- del tinglado esperpéntico montado por quienes dicen gobernar, desde el sillón añil o granate, nuestros destinos, pero que hace mucho tiempo, justo en el momento en que decidieron emprender la búsqueda de sus vísceras umbilicales, no saben ni cómo gobernarse a sí mismos.
En el empeño hermoso, doloroso casi, de llamar a las cosas por su nombre, entendemos el devenir humano como un ciclo de ha de renovarse constantemente, pero sin la obligación de repetir los errores de quienes nos precedieron. La historia, mater et magistra, nos exige el ejercicio pleno de nuestras facultades como escritores al servicio de un mundo mejor que el que ahora habitamos. Cualquiera que sea nuestra orientación ideológica o nuestra condición de clase, tenemos, como creadores, como alfareros del logos, un imperativo deontológico ineludible: extraer de las lecciones del pasado el lumen que dé claridad a nuestro porvenir en sombras.
 Nos hemos propuesto batallar por un futuro que es nuestro más preciado tesoro, al que daremos forma a base de cincel y de palabra: dispuestos a la lucha, seremos irónicos, bohemios y algo poéticos, portadores de una voz humana polifónica, coral y algo áspera, una garganta múltiple enronquecida de predicador místico y solitario perdido en medio de una multitud que ha dejado de creer en los profetas. Porque todo suena a piadosa mentira, porque para soportar la situación presente es preciso comulgar con ruedas de molino o tener el alma filibustera y prostituta, reivindicamos la pureza de nuestro estatus de eternos niños con el corazón lavado y las manos llenas de tinta, para intentar hacer borrón y cuenta nueva de esta España con quien tanto queremos pero que tan poco nos gusta.
Como zahoríes cuentahistorias, buscaremos el hito en la corriente del acuífero  subterráneo, por si acaso en el páramo patrio palpita el tierno brote de un mañana donde la libertad sea divisa incuestionable, y su consigna estas divinas palabras:
Bienaventurados los que imaginan, porque ellos recibirán en feudo Fantasía.
Bienaventurados los que leen, porque ellos harán del infierno un Paraíso.
Bienaventurados los que se rebelan, porque de ellos es el reino de los Cielos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Buscar este blog