Despedida
El
paisaje aquí es totalmente nuevo para mis ojos. No hay en toda la extensión de
terreno un sólo árbol. Pareciese como si la vida vegetal hubiese sido
aniquilada de un plumazo. No hay tampoco arroyos ni regatos. Yuok y yo nos
miramos, sorprendidos. ¿A dónde dirigiremos nuestros pasos? Cuando mayor es
nuestra desesperanza, aparece un caminito orlado de pequeñas rocas. El caminito
es tan estrecho que no podremos recorrerlo juntos a pie, y habremos de
sobrevolarlo, pero mi yuok está cansado, muy cansado; palpitan los corazones de
sus alas cual si fusen a estallar en mil pedazos y sé, siento, que sólo podrá
acompañarme con la fuerza de sus enormes patas arrastrándose por el polvo
rojizo del sediento sendero.
-Julia
Martina...-comienza.
-Sí,
mi fiel amigo.
-Mira
al horizonte.
Más
allá de todo lo visible, el sendero se bifurca y se estrecha hasta lo
indecible.
-¡No!
-Sí,
Julia Martina. Aquí habremos de separarnos.
-¿Tú?
¿A dónde irás?
-He de
morir en este mismo instante, Julia Martina. Si no, no podrás proseguir. Te
quedarías aquí celante, vigilando que no me faltase nada, queriéndome como sólo
quieren las valientes niñas de Marte a sus fieles dragones pájaro. Y tú tienes
un destino.
-¡Pero
yo quiero quedarme junto a ti! ¡Mi destino eres tú!
-Recuerda
una cosa: todo está escrito, y nada lo está. Eres lo que desees ser. Llegarás a
la montaña gris por tus propios medios. Y más tarde encontrarás el medio de
regresar a casa.
-Entonces,
¿te quedarás aquí, a merced de las bestias, sólo por el amor que me profesas?
-Tranquila.
Encontraré la manera de regresar a la cabaña del brujo azul. Allí volveré a
transformarme en semilla de amor inmortal, hasta que...
-Hasta
que otra aventurera decida salir de su castillo y se tropiece con el viejo
hechicero- tercio yo.
-Así
es. Te quiero, Julia Martina. Recuérdalo siempre. Que el amor que nos
profesamos te guíe en la elección del sendero correcto. Estás llegando al
final. Siéntente orgullosa, muy orgullosa de tu logro. Pocos consiguen llegar
hasta aquí, con o sin un yuok. La montaña gris se encuentra del otro lado de
aquellas colinas. ¿Puedes sentir la energía que desprende? Los secuaces de Papá
te esperan desde el principio de los tiempos. Guerrera de corazón valiente, has
aprendido lo que necesitas para enfrentarte a ellos y vencerlos de una vez por
todas.
Una
lágrima corre por la mejilla de Yuok. Con el extremo de sus alas toma mi mentón
y lo acaricia. Luego, se desvanece lentamente en el aire, convertido otra vez
en la diminuta presencia que hallara en la cabaña del mago. Una racha de fuerte
viento marciano lo eleva sobre mi cabeza y lo lleva tan lejos que ni mis
pensamientos pueden acompañarlo.
Me
quedo sola una vez más. Quedo contemplando el sendero, imaginando la mejor solución
posible al dilema que ante mí se presenta. Inopinadamente, una voz en el viento
me susurra: “toma el camino de la izquierda. Y sigue hacia abajo, no te
detengas”. Yo, que hace tanto tiempo dejé de creer en dioses personales, me
asusto muchísimo. Esa voz es firme y se dirige hacia mí en términos taxativos.
Es una orden suprema, y no tengo más remedio que obedecerla.
Miró
hacia atrás. No queda ni rastro de mi dragón pájaro, pero ahora no me siento
tan desamparada. He recordado que tengo un cometido, y una meta: la montaña
gris, cada vez más cerca, cada vez más cerca…todo el cuerpo me duele y mi
garganta gime, quejándose del esfuerzo realizado, pero yo voy a llegar. Lo sé.
No sé cómo lo haré, pero llegaré. Mientras tenga fuerzas, y camino, caminaré.
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