domingo, 6 de abril de 2014

Castillos en Marte (novela por entregas)

Estandarte ensangrentado

Mi dragón y yo nos acercamos cada vez más a nuestro objetivo, la montaña gris. De vez en cuando, él se gira y me mira para transmitirme esa fuerza antigua que es símbolo del poder y determinación de los Yuok. ¿Quién sabe cuántos peligros nos acechan todavía? ¿Cuántas nubes de tormenta en el horizonte? Pero ya no tengo miedo. La fidelidad de mi dragón - pájaro es a toda prueba; resistiremos todos los asaltos.
- Tengo sed, Julia Martina, dice Yuok de repente.
Bajamos a ritmo trepidante hasta lo más profundo de un manantial semioculto entre unas gigantescas piedras. Yuok bebe, y yo le acaricio el lomo como quien mima a un potrillo recién domado. Tiene los ojos tristes; una lágrima cae al fondo del pozo y el estrépito es ensordecedor. 
-¿Por qué lloras, querido Yuok?, le pregunto. 
-Me acuerdo de mis hermanos. 
-¿Qué fue de ellos?
-Murieron en la Quinta Batalla Contra Papá. 
Ardo en deseos de saber.
-La Quinta Batalla fue la más cruenta de todas las batallas habidas hasta hoy. Ya por entonces, Papá comandaba a los ogros, los antibrujos y las bestias de los desvanes. Luego se sumaron los monstruos de los armarios, los parlanchines y las poderosas hijas de la Vieja del Óbolo. A cada uno de mis hermanos lo crió un humano, como tú a mí, Julia Martina. Yo aún no había nacido, pero ya era un Poyecto Universal y, como tal, los amaba, y ellos, que sabían que más tarde o mas pronto vendría al mundo, también a mí. Éramos una comunidad infinita en la que sólo faltabas tú. 
-¿Yo?
-Sí. Los humanos que criaron a mis congéneres eran poderosos castellanos. Los más fieros del reino, los guerreros más valientes. Como tú que has dejado atrás todo aquello que amas y vas a enfrentarte con tus propios miedos. Es necesario tener mucha luz para intentar eso.
-Sin ti no podría. 
-Si podrías. Podrás cuando yo te falte.
-Ni siquiera se te ocurra pensarlo...
-El enemigo al que nos enfrentamos es terrible, Julia Martina. En la Quinta Batalla, Papá conjuró la Magia Obscura y destruyó el amor que conecta a todos los seres vivos.
-Tus hermanos...
-Sí. Todos los Yuok nos alimentamos del amor de nuestros dueños, y del que nos profesamos unos a otros y a la Madre Naturaleza. El hechizo tuvo tales dimensiones,  que Marte quedó desolado. Fue como tras una explosión atómica. Más alla del puente donde campa la vieja del óbolo quedaron las ruinas de algún castillo, la broza del antiguo bosque, la cabaña del brujo azul con su decrépito inquilino, la semilla de mi proyecto universal y nada más...
-¡Yuok! Lo siento tanto...
-En cambio, quienes viven del odio se hacen cada día más fuertes allá, del otro lado, en la montaña gris.
-¿Cómo murió Papá? 
-Mis hermanos tambien se unieron y conjuraron al Amor con la intención de presentar batalla. Los yuok vencieron a Papá, pero no a sus hordas. Un resultado incierto y cientos de miles de cadáveres desparramados sobre un campo de Marte. Y el amor de mis hermanos como un estandarte ensangrentado, clavado en el pecho de Papá...
Ahora soy yo la que está llorando.
-Cuánto sufrimiento en vano, Yuok.
-Nada comparable al tuyo, Julia Martina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Buscar este blog