Un poema de Paqui Castillo Martín
Lesbos oscurece,
las sombras
devoran el pálido ocaso.
Se hinchan las
velas.
El barco fiel es
contemplado
en el momento de
partida.
Arrullos del
agua sonora,
crujidos de
luna, farolillo de nácar
trasudando
intermitencias.
Y, en el puerto,
oscuro peplo,
madeja de hilos
de plata
coronando
soberbia cabeza,
contempla
Electra el batir de las olas.
“¿A quién
espero?”, gime la diosa,
lágrimas
salobres surcando su rostro
lejano y a la
vez inexpresivo.
“Quizás al
viento”, susurran las ondinas,
entornando los
párpados manchados de bruma,
labios
entreabiertos hacia abismos insondables.
“¿Quiénes
sois?”, palpita la altiva.
“Tus hijas”,
responden, cómplices,
las acuáticas
ninfas.
Y allá queda,
flor de mirto, en la vaguada,
su mirada,
sutileza de cristal esplendente,
anclada en la
niebla,
aguardando por
un instante la guadaña.
Enreda Electra
con sus manos anillos de ámbar,
sin ser vista de
nadie,
sobre el pecho
nectarino,
paseando fieramente
su ego por la dársena,
oscuro y lóbrego
pasillo del infinito Egeo
ululando triste
contra la roca de Metimna
mientras Cronos
se bate en el océano color vino
soñado por
Homero.
Lesbos oscurece…
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¡Me ha encantado!
ResponderEliminarJejejejejejej gracias!!!!!!!!!!!
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