Un poema noctámbulo de Paqui Castillo Martín
La ciudad maldita,
este buen lugar donde las moscas vigilan sin tregua
el que yo gusto llamar mi morada
donde crecen sueños y palpitan
acuáticas nereidas.
En la blanca noche,
rugientes caballos como quimeras
cabalgan por la llanura
preñada de urbanas madreperlas.
(Pueblo, río, fuente,
profundidad, abismo, marea).
Como dentelladas son las pesadillas,
como cirios blancos,
como espuma de cerveza.
Y en la calle el infernal ruido
de mandrágora despierta
alacranes de verdes ojos
cromos infantiles,
chistes de tenderas,
juegos de cartas a media tarde
en el bar de la tristeza.
Un gitanillo sueña y canta
en el romance de su tierra.
(Pueblo, río, fuente,
profundidad, abismo, marea).
Llevo un torbellino de nostalgias
encerrado en la maleta;
verde mano, roja espiga,
pasillos vacíos de iglesia…
y mi buen maestro de escuela.
Calles gélidas de sueños rotos,
el alma prendida en una ballesta.
El gran teatro del mundo
hipócrita mascarada
y comparsa de feria.
Yo quiero volver a mi pueblo,
donde habita la pureza.
Lo quiero llevar en mi alma apátrida,
en mi corazón y en mi lengua.
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