EN LA PLAZA SOLITARIA
Paqui Castillo
¡Ojos!
Furia de caracolas
y despojos.
¡ojos que os vieron,
malditos!
¡Malditos los ojos
que enamoraron
a quienes quisieron
quererlos,
sin amarlos!
Ojos que observan
y circundan
rojos
pozos de ira,
desamor o incertidumbre,
podredumbre y mentira!
Aquí tenéis, ojos,
el precio de mis consuelos,
la sangre de mis manos,
el tacto de mis senos,
desorbitados,
desmesurados,
locos,
¡ojos!
Que os vieron
y me vieron
y aun negaron:
la nada se quema entre mis dedos.
Y si hay un dios
hay ojos
y si hay ojos
dentro me vieron
auscultar el vacío,
el tórrido enero
de la siesta a mi catre,
de mi catre a mi cárcel,
de mi cárcel a sus años
y mis daños, nuestros
silencios y el suyo
culpable, ojos
que negaron lo innegable.
De su irisada pupila
jamás se desprendió
la luz
y en su retina, cruz,
una imagen
icono de madona
o pleonasmo
de carne tardía
en florecer a su tacto.
¡Ojos!
Borrachos, ciegos,
lento clamor inmundo,
levantar por testigos quiero,
ahora que huís, cerco al
enemigo.
En vuestro corazón no haya paz; os digo
con la espuma del odio en mi boca:,
mi engaño fuisteis,
ojos que os vieron,
ojos míos, niños
de mis ojos,
reproches, enojos;
dejad mi humor fiero
volcarse como perro rabioso
entre las brasas,
ojos que os vieron,
por cobardes os quiero
sin más luz
que la del día,
sin más calor
que el que encendían,
plaza solitaria,
vuestros ojos.
Amores, despojos...
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