(Homenaje a Quevedo)
Hay algo en mí, tan denso como una
caricia
que se llena de nostalgia y que se
quiebra
como una madrugada rota sin tu
aliento.
Hay algo en mí, desdibujado como el
silencio
con que castigas mis ilusiones
muertas,
mis falsas esperanzas de un mejor
presente.
Hay algo en mí, turbio, frenético,
inmenso,
serena fuente que brota de mi pecho
y que me empapa,
se llama soledad, se llama aurora,
se llama sombra, amor se llama.
Hay algo en mí, un íntimo
recogimiento,
un lugar en mi casa y un calor en
mi cama
que te aguarda aunque no vengas,
y ese pálpito sutil es mi memoria
que hilvana como siempre
pensamientos tristes,
mientras tú me sueñas sin quererlo,
como sin querer tú me haces falta.
Hay algo en mí, algo que no nombro,
algo insondable, profundo y noble,
acariciante, desbocado, insomne,
que a ensuciar no me atrevo
pronunciando
las leves palabras que me llevarán
al confín de mi tumba
donde pervivirán como ascuas cuando
ya no estemos.
Si,
como canción vana, esos dolores fuego fatuo han sido,
lujuriosa imagen del placer pecado,
serán cenizas, mas tendrán sentido
polvo serán, mas polvo enamorado.
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